miércoles, 23 de octubre de 2013

Rima XLVIII. Entre ochenta y cien milisegundos.


El beso robado
del sueño colgado,
roza mi piel, mis labios
ochenta milisegundos antes
de lo que jamás hubiera pensado.
¿Cómo darnos el alma en un beso ochenta milisegundos
antes de habernos siquiera besado?

Los brazos desnudos,
se esconden de las huellas, del tacto,
bajo un jersey blanco
ochenta milisegundos antes
de que se junten tu mano y mi mano.
¿Cómo sentirte cerca ochenta milisegundos
antes de habernos siquiera tocado?

Tu cuerpo, que diría Salinas,
"sin pieles, sin señas, sin retratos",
envuelto en vapor, calor,
puro como el agua,
me enseña, sin pudor,
todo lo que me quieres, amor.
Y espera, paciente, ausente de fervor,
los ochenta milisegundos que nos separan
de juntar los muslos, las caderas,
cubrirnos con los brazos las espaldas enteras;
que transforman las sombras en color
y nos invitan a hacer el amor.
¿Cómo sentir que nos pertenecemos ochenta milisegundos
antes de regalarnos nuestros cuerpos?

Locura instantánea,
eterno mundo siempre estancado,
entre los ochenta y cien
milisegundos marcados.

¡Que pase pues el tiempo!
¡Que se extrapolen las percepciones!
Quiero mirarte sin que me roben
los ochenta milisegundos que entre nosotros se anteponen.
¡Que corran los tiempos veloces!
Que quiero volverte de nuevo a sentir,
tal y como te sentí cuando
en el sueño colgado del beso robado
me besaste ochenta milisegundos antes de haber despertado.


domingo, 6 de octubre de 2013

Rima XLVII

Dulce, suave, perfecta,
la cadencia de tu cadera,
vestida de seda,
casi esfera, 
pulida, brillante,
como la cera.

Poesía blanca,
feliz invento
de versos libres
con finales inciertos,
el alma del hombre poeta
por ti espera.

Deja que caiga
lento, despacio,
por la cadencia de tu cadera.
Suave, dulce, perfecta,
De seda vestida,
casi esfera.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Te quiero.

Jugando a no decir las cosas, a callarlas, a guardarlas por y para siempre, digo: "Te amo". 

Se me ha escapado.
Como liebres que escapan de la tortuga que al final gana la carrera. 
Como los besos robados sorpresa que se le escapan al fotógrafo que retrata momentos en el tiempo.

Te amo con cualquiera de mis sentidos, con cualquiera de mis verbos. Te amo como se aman dos amantes jóvenes, maduros, seniles, a punto de despedirse, amándose hasta el final; así te amo. 
Te amo con mis locuras, mis ingenios, con mis luces y mis sombras, con mis dedos, mis manos, mi boca, mis ojos. Te amo como nunca amaré a nadie. Nunca. A nadie.
Te amo aunque me diga que no, aunque me repita que no has sido ni serás nada y además, sea cierto. Te quiero y te querré siempre.
Porque te quiero en primavera, en invierno, en verano y en otoño. Te quiero aunque el mundo se pare, aunque ni tú ni yo estemos juntos, aunque el destino juegue a separarlo todo. 
Te quiero aunque te odie, aunque sufra, aunque haya sufrido. Te quiero en toda mi persona, miserable, entregado y servicial, a ti.
Te quiero con hormonas y sin ellas, con revoluciones internas, externas y francesas. Te quiero en inglés, en italiano, en castellano y en galego. Y sí, por ser tú, "Je t'aime". Te quiero en mis aristas, en mis vértices, en mis lados. En todo mi perímetro, en toda mi área, en todo mi volumen.
Te quiero aunque no me quieras, aunque nunca hayas sabido quererme. Te quiero aunque las lágrimas más amargas las haya llorado por ti. Quizá por eso es por lo que sé que te quiero.
Te amo en mi esencia, con toda mi alma, en cada latido, con todo mi corazón. Te amo anatómica y fisiológicamente. Te amo aún sin saberlo, pero te amo.
Te quiero como la poesía al verso, como la prosa al punto y seguido, abismo cargado de una continuidad abrumadora.
Te quiero aquí, allá, en las antípodas. Te quiero en otro mundo, en un universo paralelo.
Te quiero a ratos, te quiero, y es insano. Te quiero como a una terrorífica fobia, como al amor más vano, como al tesoro que nunca se tiene, así te quiero.

Te quiero, que diría mi compatriota, pero es raro.

jueves, 29 de agosto de 2013

Rima XLVI. Cruce de almas.

Magnífico hastío
el que me llevó a cruzar,
sin mirar, sin pensar,
el baldosín último,
interminable,
finito,
al inicio de aquel amarillo estío.

Se detuvo el tiempo,
se pararon los engranajes.
La física se hizo poesía,
libre, sin medida,
salvaje, etérea.

Los pasos no pasaban,
no se movían las imágenes.
Todo se paró.

De repente,
angulados,
enfrentados,
deseándonos sin saberlo,
tú y yo.
Y el resto.
Nada había entre nosotros
que no fuéramos "nosotros".

Sin querer,
empujados,
pensado el momento,
nuestras pupilas se encontraron.

Rayo azul 
en mi oscura hondonada.
Vuelco a la vez,
tu sonrisa y mi pecho.
Mirada de hielo desecho,
piel blanca, nacarada.

En dos milésimas de segundo,
cruzamos dedos sin tocarnos.
Nos besamos sin rozarnos.

Fueron furiosos segundos,
largas horas calmadas,
ocasos, mañanas,
noches, almas.

Un cruce de almas.


martes, 6 de agosto de 2013

Rima XLV. Verbos.


Juguemos con los verbos, amor.
Convirtamos la lección en acción,
en roja seducción, 
en sexo, metáforas y pasión.

Pongamos al azar, "amar",
primera conjugación.
Ámame sin compromiso, sin dudas,
sin miedos, con caricias desnudas.
Ámame en segunda persona del singular.
Rima asonante o consonante
escriben mis dedos en tu espalda, errantes, 
sin plurales, sin rumbo,
para poner en tus labios los míos
y hacer del beso el fin del mundo.

Acabemos con las ansias y el poder,
juguemos con el verbo "querer",
segunda conjugación.
Quiéreme como se quieren dos amantes:
así, con ganas y rápido,
despacio y lento.
Quiéreme como quieren dos caderas 
el compenetrado movimiento.
Suave, sencillo, continuado; 
versos del compás mejor rimado.
Quiéreme a oscuras, sin miedo.
Pero quiérete antes,
no vaya a ser que por querernos
nos quedemos sin ti,
mitad del verbo,
raíz de mis versos.

Juguemos con los verbos, amor.
Convirtamos las palabras en miradas,
las sonrisas en caricias,
los miedos en anhelos.

Juguemos con los lexemas,
con los morfemas.
Pongámonos en contacto,
para dejar en nuestros cuerpos
los pequeños grafemas.

Juguemos con las palabras,
que convierten las miradas en 
sexo, metáforas y pasión,
y convirtamos en acción las bases de la lección,
roja seducción.



sábado, 3 de agosto de 2013

Imprevisto.

 Tras unos meses que pasaron más rápido de lo que hubiera pretendido, decidió escribir unos cuántos renglones de pura prosa, a modo de cierre, de punto final, de epílogo sin oportunidad al final abierto.
La carta que encontré años más tarde, decía lo siguiente:
Todos sabemos que en las relaciones hay un punto R, como en el ciclo celular. Un punto de "no retorno", un punto sin vuelta atrás, un punto que una vez que se salta, el ciclo sigue, pero siempre tendrá un final. Y así fue.
Le dimos demasiadas vueltas a todo, más de las que tú quisieras, y yo menos de las que pretendía. Las palabras entre nosotros corrían, más por mis manos que por las tuyas, más salvajes desde tu boca al principio. Luego se hermanaron, se volvieron similares, la verdad. Pero como muchas veces dije, todo era un juego. Ambos jugando con la misma baraja (francesa, he de decir), supimos que la timba terminaría en algún momento, que no todo duraría para siempre, que ni siquiera quedaría entre nosotros algo que se pudiese llamar amistad.
Y así ocurrió. Una vez, o dos. Un ciento. No me acuerdo. Pero fueron unas cuántas. Demasiadas, ahora que lo pienso. Claro que había un problema: yo. Me resistía a cerrar el ciclo, a no volver a diferenciarme y pasar por debajo de ti, a llamarte y esperarte. Me resistía a sentirme bien sin ti, a creer en otro amor, o en algo que realmente fuese amor (el tiempo pasa, nos hacemos viejos, pero aprendemos).
El caso es que algún circuito de mi cerebro debió decir "basta" en algún momento, y me lo ha transmitido directamente: he actuado. Y en el momento menos esperado de mi vida, de golpe y porrazo, un imprevisto ha sacudido las entrañas para ponerme en marcha. Y es que sin quererlo con el tiempo los pilares de la tierra también cayeron, y dejaron paso a un nuevo mundo, haciéndome el trabajo más fácil. Solo quedaban restos, vestigios, volutas de humo casi transparente. Esencia de ti, rastrojos.
Cansada como estaba, harta de escuchar y leer sutilezas que nunca comprometían, soplé para quitar lo que quedaba de ti: restos. Y fue fácil: eliminé mis esquemas conceptuales, borré mis sentimientos hacia ti, hasta derrumbé los planos que levantaban el edificio coronado por la palabra "amor". No necesité hacerme la dura, endurecí.  No necesité hacerme la fuerte porque ya me había fortalecido. Y ahora queda un vacío, hueco, inmenso, oscuro. Pero eso no es malo, porque todo vacío se llena, porque todo hueco vuelve a ser tierra fértil, porque toda inmensidad se hace pequeña si nos dan la capacidad de medir relatividades, porque toda oscuridad puede ser barrida del mundo con una sonrisa llena de luz.
Así que hoy, te digo adiós, y ya no digo para siempre, sino esperando que sea para siempre, porque cuando el tiempo pasa, como digo, aprendemos.
Iba a escribir que sentía haber sido "tu peor error", pero ya sentirás con el tiempo no haber sido tú el más grande de los míos.

A día de hoy, seguimos sin saber quién era la persona a la que iba dirigida la carta. No tenía nombre. Ni siquiera sabíamos que además de su marido existiese alguien más que mereciese tales palabras. Lucía nunca había dicho nada. Y este fue el séptimo misterio que se llevo a la tumba la mujer que todos creíamos conocer.


lunes, 8 de julio de 2013

Rima XLIV


Coma pétalos, 
os seus beizos,
vermellos, encarnados
facíanme cóxegas,
no oscuro silencio
dos bicos roubados.

Coma cereixas
do tórrido verán,
como frutas frescas
dábanme vida
no apartado mundo
que creamos xuntos, 
lonxe de loitas e guerras,
preto un do outro,
espidos.

Coma vermellas mazás
do laranxa outono,
endulzamos a lingua.
Dulces, saborosos,
húmedos, quentes,
baixaban os beizos,
subían os desexos,
pra facerse carne,
pra rematar coa fame
que nos fixo pensar
que se podía facer o amor
sen amar.



domingo, 30 de junio de 2013

"Nunca digas nunca".

Estos días, mientras estudiaba las contraindicaciones farmacológicas, no dejaba de pensar en una palabra bien parecida que podría resumir lo que somos, cómo actuamos, cómo nos podemos comportar en ocasiones, en fin, lo más humano de nosotros: CONTRADICCIONES. Un simple juego de palabras que me permite comenzar con este fantástico mundo.

A pesar de los múltiples "Nunca digas nunca" que oyes en la vida, tú, valiente y decidido, arrojado y en ocasiones idiota y sirviente de tus más bajas pasiones, dices: "YO NUNCA". Y se te llena la boca, oye. Convencidísimo, lo crees a pies juntillas, y además estás completamente seguro de que ni la fuerza del mar en una noche de tormenta podría disminuir esa ansia de mantenerte firme, en pie, defendiendo esa postura. Pero ¡ay!, otras tantas veces como los "Nunca digas nunca", decimos nosotros "NUNCA", y nos equivocamos.
Iba a decir que por eso somos humanos. No; precisamente el ser humanos nos hace ser en momentos de nuestra vida el más puro instinto de la autocontradicción.

Ocurre, sin embargo, que el tiempo pasa, y tu firmeza decae, como la actividad de los hipnóticos, tras un periodo de tiempo "x". Ocurre también que el "NUNCA" comienza a aderezarse de circunstancias, de caprichos, de tejemanejes de eso que algunos llaman destino, de horas de dudas, de dudas llenas miedo, de miedos atrapados en los más oscuros sueños, y se mimetiza. Pierde fuerza. Ya no es un "NUNCA", se parece más a algo así como un "NUNCa".
Además, se dan las condiciones óptimas en un momento dado que te hacen replantear lo idiota de tu "NUNCA", y claro, encuentras múltiples causas que te hacen sentir idiota al haber dicho tal palabra. Comienza a disminuir la autoconvicción, los principios importantes otrora, se vuelven banales, vacíos, sin forma, fórmula o significado de existencia. Entonces ya nuestro "NUNCA" comienza a perder fuerzas, se queda ya casi sin altas mayúsculas, torres, atalayas, vigías, defensas, y comienza a asemejarse a un "Nunca".

Aún así, la palabra existe. Sigues teniéndolo en mente: "Nunca". No con las mismas fuerzas, no con el mismo arrojo, no con la misma idiotez del momento explosivo en el que lo dices, pero ahí está, existe, es, y comienza a colarse en ti de alguna forma esa palabra, como digo tan humana, tan "sapiens sapiens", las ya mentadas "contradicciones". Esto es un duro golpe, porque claro, si ya te costaba mantener los principios que ahora se tambaleaban (aquellos principios sobre los que se erigía fuerte y álgido tu NUNCA), ahora éstos se vuelven contra ti, y te atacan desde dentro.

Nuestro "Nunca" empieza a desvanecerse, a volverse casi fugaz en nuestro pensamiento. Cuando pasa por él, a veces hasta nos hace gracia, o sentimos hasta cierto reparo por haber tenido tan claro en otro tiempo que esto que está pasando NUNCA pasaría.

Pero es una palabra, no deja de ser energía que mueve al mundo, y no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Así que pasa por distintos estados, pero más de los que tiene la materia (al menos los que la gente "de a pie" conoce...). Se asoma un tímido "a veces", minúsculo, porque le da miedo ver la luz. Luego un "Es posible" vence la línea de fuego, y se atreve a dar un paso grande, aunque por ahora los demás, siguen un ritmo pequeño, suave, tranquilo. Mientras todo esto pasa, cabe decir que las "contradicciones" comienzan a crecer, se hacen grandes, fuertes, vigorosas, y dejan en la arena 3 o 4 pasos más firmes que antes: "CONTradicciones". Como veis, círculo vicioso, o de retroalimentación positiva.

Pero claro, en todo esto no habíamos metido algo que a menudo solemos pensar que solo vale para amar y vivir, y que para nuestra suerte y la de nuestras "contradicciones", hasta en este sentido nos marca con su "loop dup". El corazón, no solo el músculo, el tejido fibroso, el sistema de conducción, no. El corazón como motor de nuestra vida, como reflejo de nuestra alma (que el espejo era la cara, o eso dicen), hace que sintamos miles de millones de cosas (insisto, no se habla del corazón anatómico simplemente), nos pone contra las cuerdas, boca abajo y de pie otra vez, en segundos. Nos llena de ganas de cambio. Intenta que olvidemos lo malo y nos quedemos con lo bueno, que creamos en lo bueno de aquello que nos hizo decir "NUNCA", y entonces las "contradicciones" se vuelven "CONTRADICCIONES", solapan todo, y su círculo vicioso sigue creciendo más y más, consiguiendo que al final, hasta el más poderoso "NUNCA" se transforme en un "SIEMPRE".

Pensándolo así, ahora que me he parado a redactarlo (y partiendo de que he disfrutado como hacía tiempo que no disfrutaba redactando), no tiene nada de negativo. Au contraire, es maravilloso. Es la esencia del aprendizaje, ensayo-error, pero con un añadido que es si acaso lo mejor, y es que no te exime de que te vuelvas a equivocar y vuelvas a aprender.

Es, como decía al principio, nuestra más pura esencia, y si mi apuráis, el sentido de seguir existiendo. Nacemos para tirar muros abajo, para conocer otras cosas, para cambiar, y para no dar nada por sentado, y sin embargo lo hacemos, y aquí están nuestras "CONTRADICCIONES", para que al crecer, al madurar, al dejar pasar el tiempo, aprendamos una vez más.

Maravillas del homo sapiens sapiens.

Oigan, a mí que me dejen ser un ser humano, con mis defectos y virtudes, pero sobretodo, con mis "CONTRADICCIONES", porque las volveré a necesitar cuando por enésima vez me salte el "Nunca digas nunca", y sea preciso que mi "NUNCA" se convierta de nuevo en un "SIEMPRE".


martes, 4 de junio de 2013

O último latexo.

Cheguei tarde ó seguinte latexo. 

Eran xa as doce pasadas dez minutos. E coma sempre, non podía deixar de pensar en ti, nos teus ollos. Atopábame eu botando contas, rimando sonetos que nunca me gustou rimar, dándolle voltas ó acontecido, porque non era para menos, ti verás. E esquecéuseme vivir, corazón.

Porque dinte tanto, tanta vida, que quedei espido, por dentro e por fóra, coas sementes do que foi mortas, podres, esnaquizadas.

Cheguei, porque me deixei levar, tarde ó seguinte latexo.

Loop-dup. Loop-dup ... 

Tarde.

domingo, 5 de mayo de 2013

El abrazo de los aplausos.

Así comenzaba la carta que decidió dejar a medias, sin saber bien por qué. Sin saber que años después, seguiría sin encontrar una razón.

"Puede que los conceptos más químicos se nos hayan escapado, y estemos confundiéndolos, por verlos desde una perspectiva bien distinta, pero está claro que si no tenemos o no queremos tener claros los pilares, nada de esto podrá avanzar hacia algo grande, tangible, estable. 
Esto me recuerda un poco a aquella canción de Billy Joel, "New York State of Mind", con continuas imágenes contrarias, de lo alto y lo bajo de los grandes Estados Unidos de América, verás por qué. Me hablas de que te he idealizado, de que te he magnificado, y sabes perfectamente que eso es el amor, además de que lo dices después de haber estado escuchando unos meses por mi parte lo especial que eras para mí... No entiendo del todo qué buscas, si eliminar carga de conciencia, que puede ser, o intentar dejarme claro que en ese proceso tú no has tenido nada que ver, algo que, sinceramente, yo no tengo tan claro. 

Hablemos sin tapujos. Te ha encantado sentirte querido, y lo sabes, pero cuándo has visto que era demasiado insensato que yo sintiese amor cuando para ti todo fue un juego, decidiste que era más fácil pensar que yo me había enamorado a propósito, y que qué le ibas a hacer tú. En parte, claro, porque no puedes controlar, efectivamente, lo que le sucede a la otra persona,. Y por eso ahora quieres desprenderte de todo lo que resulta incómodo o políticamente incorrecto, para quedarte con aquello que te beneficia o simplemente, esperas de mí, dejando que pase el tiempo entre mis dedos y tus ojos, que se cierre la herida, que mi corazón vuelva a ser un fortín sin grietas. 
Pero te has dado cuenta de que conocerte y quererte no fue un capricho, sino algo verdadero, y lamentas que me haya pasado a mí (compañera perfecta hasta que todo se empezó a tejer con hilo rojo y negro) eso de amarte; tú, que tanto necesitas tener a alguien al lado para no sentirte solo, y yo, siempre tan predispuesta a ayudarte, escucharte y esperar a que dictases la siguiente norma. Y te asusta pensar que tú has tenido algo que ver, porque en el fondo, todos somos niños, y nos asustamos de lo lejos que pueden llegar nuestras acciones, palabras, actuaciones, en determinados momentos de nuestra vida. 
Pero tranquilo, Mark, no tengas miedo. Yo conozco (y reconozco) mi responsabilidad, mis ganas de quererte ante todo y todos, porque todas ellas me las tuve que tragar de vuelta, y aunque reconozco también tu responsabilidad, jamás te pediré respuestas, porque siempre he tenido claro que yo sí quería enamorarme de ti, hicieras lo que hicieses. Así que tranquilo, que por mi parte, las cosas han sido como han sido, y aquí seguimos, viéndonos sin mirar, hablando sin decir, pero vivos. 
Fuiste lo dorado de New York, lo prometido en las canciones, el papel protagonista de los musicales, pero ahora sobrevivo en Chinatown, leyendo "The Daily News", y guardándote un poquito de corazón para cuándo lo quieras, hasta que me muera, porque es así como ama una gran mujer, Mark. Porque estoy en mi "New York State of Mind", huyendo del mundo como puedo, intentando escapar de tus ojos y de tu vida, pero..."

Después de aquello, Anne plegó el folio, y lo guardó en un sobre, dejando la solapa abierta, preguntándose si algún día tendría el valor suficiente para completarla. Algo que, obviamente, no hizo. 

Se miró al espejo, se secó la media lágrima que asomaba por la cuenca del ojo, y salió del camerino dispuesta a dejarse abrazar por los aplausos de unos cuántos en el piano bar de mala muerte en el que cada noche terminaba con su "New York State of Mind".



domingo, 21 de abril de 2013

El de siempre.


Y de repente, un día te planteas quién eres y quién has sido. Cómo has vivido, cómo ha sido todo, si realmente en algún momento de los últimos meses has sido tú. Con la música de siempre, te miras al espejo, y efectivamente, has sido "tú" tan pocas veces que te asustas, te da pánico tu reflejo, miedo mirarte a la cara, y eso que solo es un reflejo de lo que realmente eres.
Dudas de si es que tocaba cambiar, o es que el cambio lo has provocado. Dudas de si las circunstancias ajenas a tu persona (oh, esas amigas que siempre están presentes, siempre, jodiendo hasta la más simple premisa) han hecho que muchas veces lo que eres se haya visto transformado.
Y no te reconoces, en ninguna de las tres trillizas iniciales que forman tu nombre. Y tienes ganas de llorar, pero como sólo consiguen hacerte llorar las canciones, aguantas la lágrima, le echas un par, y tomas una decisión: toca volver a ser el de siempre.

Try. P!nk.

sábado, 20 de abril de 2013

¿Por qué?

¿Por qué todavía te dedico minutos? ¿Por qué todavía me importas cuando yo no te importo una mierda? ¿Por qué aún estando ya sin estar, sin vernos, sin hablarnos, siento que todavía estás al lado? ¿Por qué sigues sonando en mis canciones? ¿Por qué a pesar de haberme hecho más fuerte sigues siendo mi punto débil? ¿Por qué a pesar de que mi suelo y mi cielo se hayan definido otra vez sigo volando de vez en cuándo? ¿Por qué siento que me muero 2 minutos al día, alguna que otra semana? ¿Por qué sigues haciéndome esto sin hacer nada? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué tuvimos que cruzarnos, encontrarnos, jugar y pasar, y callar, y odiar? ¿Por qué tuvimos que ser chispa de unos días? ¿Por qué me hundiste en tu pozo y pusiste luego piedras que no me dejaban flotar? ¿Por qué caí en tu pozo y me dejé encadenar a piedras que luego no me dejarían flotar? ¿Por qué sentí que te amaba, que te odiaba, que te amaba y te odiaba a la vez? ¿Por qué por ti las horas se me hicieron minutos, y después, los minutos, años? ¿Por qué sigo preguntándome "¿por qué?"? ¿Por qué sigues teniendo la llave de lo más íntimo que guardo? ¿Por qué cojones no te he olvidado? ¿Por qué todavía sangro cuando pienso en tus cuatro puntos cardinales, heridas dos a dos en mis dos costados? ¿Por qué, joder, por qué? ¿Por qué? ¿Por qué fuimos amigos, algo así como hermanos? ¿Por qué todo nos confiamos y ahora somos dos putos extraños? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué te has llevado un abril, y ahora otro? ¿Por qué no volviste, como la primavera, en marzo? ¿Por qué? ¿Por qué me sigo haciendo daño? ¿Por qué? ¿Por qué a veces, sigo echándote de menos, lento, piano? ¿Por qué, eh? ¿Por qué? ¿Por qué hasta cuándo más me lo propongo me asusto pensando en el contorno de tus labios? ¿Por qué ha cambiado tanto todo en un año? ¿Por qué? ¿Por qué no vuelves?

¿Por qué?

¿Por qué?


-Cartas de un "yo" que no soy yo. Las cartas que nunca "otro yo" quiso publicar. Por ti.

Andrés Suarez. Vuelve.


sábado, 23 de marzo de 2013

Don't speak. Just write.

Llega un momento en tu vida en el que pierdes verdaderamente el sentido, el rumbo, y nada de lo que dices tiene sentido, o quizá sí. No tiene sentido si pensamos en lo políticamente correcto, en lo que debiera pasar, o en lo que debiéramos permitir que pasase (o no pasase). Pero sí tiene sentido si quieres expresar lo que sientes, aunque claro, aquí entran en juego otras muchas cosas, como el elegir las palabras con cuidado, o intentar evitar que la expresión de tus sentimientos hieran los sentimientos de otras personas, que tienen el mismo derecho que tú a resguardarlos, piensas irónicamente.
Y claro está, en este mundo, no podemos decir lo que pensamos, ni podemos expresarlo como queremos, porque si todos hiciésemos lo mismo, la vida sería un completo caos, un completo desastre, un camino de ida y vuelta donde más valdría culata en mano que ciento volando, digo.
Por eso, cuando lo dices, cuando sale todo eso que llevas dentro, y la cagas, como la cagué yo, luego te queda un sentimiento extraño dentro, una especie de sosiego desasosegado, una cruz clavada en el pecho, tejida con espinas de un rosal caduco, y además de esto, el sentimiento ese que se encarga de crear la puñetera conciencia (siempre jodiendo, y nunca de la manera que nos gustaría), en el que sabes que eres tú y solo tú el que lo ha hecho mal.
Pero claro, las consecuencias no son banales. No desaparecen con un "perdón", con un "lo siento". Porque hablábamos de que la has liado gorda, muy "parda". Así que el mundo se las ingenia para que si parecía difícil vivir, ahora lo sea más, sea cual sea la forma en la que aparece la dificultad, da igual. Llega, y te jode, y te preguntas: "¿por qué no me habré callado?", además de un bonito y español cabreado "JODER".
Y claro, pifostio monumental entre tus sentimientos y tus neuronas, que ya viene siendo habitual, tampoco pasa nada.
Las ausencias siguen ausentes, y tú sobrevives, incluso te maravillas de lo bien que puedes sobrevivir, porque ni siquiera has tenido impulsos. Pero siendo sincero contigo mismo, sabes perfectamente que también ha sido porque has vivido días en los que estabas verdaderamente ocupado con otros asuntos, porque para qué engañarnos, así es el vivir. Y estás bien, ok, fine, pero ahora no duelen las ausencias, ya no, porque sabes que lo mereces, sino el hecho de saber que quizá la hayas cagado con la persona equivocada, y que el quizá haya sido para siempre. "Amigo, tú te lo has buscado, no puedes hacer nada", dice una perra voz en tu mente, y en el fondo te duele doble, porque sea verdad, y porque otra vez sabes que te lo mereces.

Así que haces acopio de fuerzas, y como te recomiendan, no hablas, "don't speak", y tampoco haces un mal uso de estas fuerzas. Te callas, y escribes.
Te callas, y desapareces, porque has sido puta mierda para esa persona, y porque no hay nada ya que lo remedie.
Te callas, porque estás muerto para esa persona con quién la has cagado.
TE CALLAS, POR NO HABER SABIDO CALLARTE ANTES.

Te callas, porque la música de otros ahora se come tu ego y solo piensas en dos cosas: terminar el año lo mejor posible, y el "ya se verá".

Así que día a día te curas, poco a poco, y te haces fuerte, eso también, pero EN SILENCIO.

TE CALLAS, porque no has sido lo suficientemente inteligente como para mantener una relación cordial entre dos personas que se apreci-an (o -aban, dependiendo de si gustan ustedes utilizar el imperfecto de indicativo, que se lo permito, como autorcillo de pacotilla que soy).

TE CALLAS, porque sobras.

TE CALLAS, porque dueles. Porque te duele, pero has hecho doler, y ahora toca exculpar pecados, posiblemente en esta vida mundana que se antoja tan eterna ahora mismo, en el sentido más peyorativo de la palabra, que diría la guarra de rosa del partido meapilas.

Te callas. Porque sí. Porque ya no eres nadie. Porque el Poeta para la otra persona ya puede morir.

TE CALLAS. DON'T SPEAK. JUST WRITE.

viernes, 22 de febrero de 2013

Rima XLIII: Labio a labio.

Tesoro escondido
al final de tu triángulo
lleno de tortuosos caminos
que invitan a seguir jugando
contigo.


Labio a labio,
desciendo despacio,
buscando estrellas,
sol, 
luna.
Perfectos decorados
sobre tu piel aceituna.

Tesoro escondido
al final de tu triángulo,
que conozco,
bocado a bocado
entre esquemas destrozados
y quejidos maltrechos
que nacen en mi pecho.

Labio a labio,
nos mordemos la vida,
nos queremos a mordiscos,
nos sentimos, 
poquito a poquito.

Tesoro escondido
al final de tu triángulo,
invitando a beber
la más pura esencia de la creación,
amor.
El más puro amor.

Labio a labio,
nos comemos las ganas,
nos arañamos con saña,
nos dolemos dentro,
nos sentimos despacio.
Labio a labio
nos cedemos el espacio
eterno, mundano,
sudando,
cuerpo a cuerpo,
escudados en nada,
con miedo, pánico, terror,
con pavor,
con risas calladas,
con sonrisas que acompañan
nerviosas
al nervio de las miradas.
Labio a labio,
nos mordemos,
haciéndonos daño, 
sintiéndonos,
derrumbándonos,
en una lucha idiota,
brazo a brazo,
protegiéndonos en escorzos imposibles,
en posturas que olvidan la física,
en química pura y dura.

Descubro,
labio a labio,
el final de tu triángulo,
y con un quejido,
un gemido,
 se nos acaba la vida.


Y empieza la siguiente,
labio a labio.

lunes, 11 de febrero de 2013

Torn.

Me sobrepasa todo esto. No puedo seguir queriendo a quién no me quiere, pero a la vez no puedo dejar de sentir que le quiero. No puedo seguir pretendiendo que pasará algo, porque jamás ocurrirá nada. No puedo seguir soñando con imposibles, con dos pares de labios encontrados en una noche de casualidad con más alcohol que amor, con más pasión desenfrenada que desenfrenado corazón. No puedo seguir planteándome la vida como si fuera maravillosa, porque no lo es. Porque fue un puto sueño, una puta mierda, una puta mentira. No puedo seguir planteándome que todo es perfecto, que sonrío porque soy feliz, o que estoy triste porque los neonatos hayan decidido putearme y ponerme a prueba (más, todavía). No puedo seguir mintiéndole al mundo, o mintiéndome a mí mismo, más bien, diciéndome que todo va bien. Porque como dice Vetusta, "nadie se lo cree". No puedo seguir viviendo como vivo, con más horas que minutos en un día, con más latidos incongruentes que respiraciones significativas. Me muero por dentro y no tiene arreglo. No ahora, ni dentro de unos días. Me muero por dentro y caigo lento.
Mejor dicho, ya he caído, tiempo atrás.
No puedo seguir con esto. Abandono. Desisto en el intento. Porque mi vida se cansa, y esto ha ido demasiado lejos.

A veces creo que más bien debiera dedicar todo a mi amor a lo único que me hace completamente feliz en esta vida, que es describir lo que siento, lo que no me atrevo a decir, aquí.

11 de febrero de 2013, para que no lo olvide. Empieza el segundo cuatrimestre. La mierda se viene encima, y yo sigo aquí, porque no puedo abandonar.

No puedo hacer un montón de cosas, pero quiero.

Torn. Glee cover by Rachel Berry (Lea Michele)

Let me love you.

Voy a quererte siempre. Porque aunque me sangren las entrañas, aunque se rompan uno a uno mis vasos (arterias, venas, capilares), aunque no haya oxígeno en mi cuerpo, ni agua, ni nada, seguiré queriéndote. Porque aunque me duela más que una quemadura, más que la más dolorosa de las muertes, no podré evitar ver esos ojos y no quererlos. Porque aunque esté muerto, te seguiré queriendo. Porque aunque me mates, te seguiré queriendo. Porque aunque tu cielo y mi infierno sean los lugares más alejados del universo, allí estaría yo, en tu cielo, con mis hombros, para apoyarte siempre, y seguir escribiendo las rimas de mi vida. Porque no volveré a amarte, por lo que he vivido, pero tampoco volveré a dejar de quererte, por lo que he soñado. Porque nunca querer me salió tan caro, porque nunca mis dedos se quebraron tanto al tener que escribir.

Porque aunque no me dejes quererte, siempre me fue lo imposible.

miércoles, 23 de enero de 2013

Volviéndome loco.

Hace unas semanas que mi vida está del revés. Semanas que podían pasar lento o despacio, como en el resto del año, pero que decidían pasar infinitamente despacio, no sé si con motivo de buscar en mí un castigo que haya buscado por algo (aunque tengo demasiados pecados que confesar, muchos de los cuales debieran o debiesen ser castigados, sin duda) o por el simple placer de escuchar de mis labios: "Corred, pasad, hacedme olvidar".
El caso es que fueron semanas asquerosas, bonitas, odiosas, perfectas. Semanas lógicas y de cordura inexistente a la vez, semanas con dos lunes, y tres, y sin ningún viernes o sábado. Semanas que se quedaron dentro de mí, y se quedarán si nadie lo remedia dentro de mí por y para siempre.
Y claro, yo me volvía loco.
Por mi cabeza pasaban muchas cosas, muchas palabras, muchos sentimientos, mucho cariño, mucho miedo, mucho odio, mucho dolor, mucha alegría, muchos latidos que latían por nadie. Incongruencias de lo más brutal, árboles que nacían de las llamas, y llamas que flotaban en el mar. El cielo era gris aún cuando había sol, y a veces la lluvia le arrancaba fogonazos de luz que iluminaban mi cara por las mañanas. Las canciones se me atragantaban como nunca, y yo procuraba ocupar mi mente con alguna otra cosa, pero era difícil. Mi voz sonaba mejor que nunca, porque cantaba para alguien, pero mis letras eran negras unos días, blancas otros, gama intermedia de grises siempre.
En mi cabeza habitaban ideas, disculpas (que a veces me hacían pensar si no estaría perdiendo realmente la cabeza), y convirtiendo mi cuerpo, mis sentidos, en una tétrica balanza en la que el punto medio era imposible de alcanzar, y lo peor de todo, era que yo lo sabía.
Se invirtieron mis neuronas, mis ideas, mis pensamientos, hoy que es lunes. Hoy, en cambio, martes, volvían a ser como anteayer, domingo. La pausa no existía, y en el epicentro de todo, siempre lo mismo, siempre las mismas palabras, siempre los mismos sentimientos, siempre el mismo cariño, siempre el mismo miedo, siempre el mismo odio, siempre el mismo dolor, siempre la misma alegría, siempre los mismos latidos que latían por nadie.
Navegué en mares con olas que me triplicaban en altura (algo que tampoco es muy difícil), solo, en busca de la tierra prometida, de un punto en medio del mar de náufragos en el que me hallaba, con fondo cadavérico y cielo inalcanzable.
Me volví loco.
Mis neuronas albergaron todos los sentimientos del mundo a la vez, y mis canciones solían terminar en cuatro o cinco lágrimas, porque nunca he sido, por desgracia, de lágrima fácil, con lo que ayuda a calmarse eso.
Y yo contra el mundo, aunque suene ridículo, o parece que peque de modestia (que así es, pero no ahora mismo), luchaba por levantar la bandera de mi vida.
El tiempo pasa, y nada es lo mismo, ni siquiera prometerme que todo sería lo mismo ha servido para que lo sea.
Y aquí estoy yo, aprendiendo a sanar, sin la menor idea de como sanarme. Luchando por algo que no busqué y me encontré, con más lágrimas contenidas que sonrisas por dibujar, con más latidos acelerados e hipertensivos que relajados. Volviéndome loco, con una cordura lúcida, eso sí, para seguir convirtiéndome en el médico que no se sabe sanar.



jueves, 17 de enero de 2013

Nada.

No soy nada, ni nada fui. Nada más que aire, un juego, un sueño. Nada. Nada que quede para siempre, simplemente soy nada. Absoluto vacío. Sin límites. Nada, tras nada. Un blanco impermeable que no deja escapar nada, porque nada guarda, porque nada es. Nada, no soy nada, ni nada fui.
Nada.