sábado, 12 de febrero de 2011

Rima XVII (De los pulsos de mi mano)

20 de junio de 2009

Sonaba a melancolía
aquélla vieja canción
que sin ton ni son
ella repetía.

Mientras el agua escapaba,
de sus labios de corazón,
aquella vieja canción
era fusilada
por gentes inhumanas
cerradas e intoxicadas,
con ganas de hacer trizas el cielo,
a base de trazadas rasgadas.

Y el diluvio cayó.
Y rompió los corazones
que los labios cantores
amaron con moratones.
Con unos "quitas"
Y otros "pones",
Y con más pares que nones.

Y el diluvio cesó,
y su cuerpo cayó,
y su boca vacía,
serena, de pecado,
sin máximos cuidados,
la tierra tocó.

Y el también cayó,
preso por dentro,
inerte, muerto.
Y allí se quedó.

Después de mucho tiempo
de recitar callados,
poetas ilustrados
y versos amaestrados.
Poemas inculcados
en actos inhumanos,
que rasgaban el cielo
para hacerlo pedazos,
sus cuerpos se esfumaron.

Pero sus voces quedaron
ambarinas y resistentes,
persistentes,
en la mente de los presentes
que sonaban indecentes
ante la tumba y la rosa,
de aquellos jóvenes
desvanecidos,
casi aparcados por el olvido.
Casi cesados y casi enterrados,
si no fuese por el impulso
de los pulsos de mi mano.

Una lección por aprender

6 de junio de 2009

Dicen que fue el calor, que aquella tarde de verano enloqueció, que un agosto cualquiera del año que nunca existió fue lo que hizo que su tensión se disparase y se zambullera en aquella charca tan llena de recuerdos, tan llena de historias.
Historias que lo aprisionaban, desde la más típica y retrógrada Historia Universal, que cuentan los que saben, los historiadores, aquella en la que Napoleón y Waterloo se pegan un garbeo de tres pares de cojones por las páginas de los libros, y en los que los Reyes Santos condicionaron la cultura de mucha gente a cambio de uniformidad, hasta la historia más reciente, la que vivió mañana, la que pensó después, en medio de un atardecer que no quería retardarse para mostrarse a la otra persona de las antípodas.
Y las historias, y las Historias, lo aprisionaban, eran dagas salvajes cuyo objetivo final e inicial, era coser a navajazos. Menudas hijas de puta…
Lo peor era que no tenía defensa. Que estaba desnudo, que sangraba, y que caía, se desangraba, tiñendo de bermellón las aguas puras y cristalinas, en apariencia, de la charca.
Los más cuerdos, los menos poetas, los más rectos, los menos confidentes, los menos románticos, los más atrevidos, preguntarán: ¿Por qué no gritó?
A lo que yo respondo: “Porque el amor lo enmudeció”
Sí, eso es, lo que pensáis es cierto. Murió por amor, y por las Historias y las historias que nunca ayudaron a que pudiese hablar de amor.
Lo que hizo del pulso su piel, fueron aquellas dagas, todo se mezcló en la destrucción de su cuerpo. Y ahora se pasea por este Mundo, vagando, encontrando corazones, y hospedándose en ellos.
Pero para lo bueno y para lo malo.
Para desear y para matar.
Para construir y destruir.
Para llevarse más vida.


Vale, es suficiente, para mañana los ejercicios 2 y 3 de la hoja de cinemática

Café amargo

19 de mayo de 2009

Dejó que la música investigara por él, que fuese su guía, como lo es el can labrador del ciego de los caminos de la vida.
Pobre perro y pobre ciego.
Pobre ciego por no poder ver, y pobre perro porque nunca verá otra cosa que lo que puedan ver sus ojos, nunca más allá, siempre con un destino fijo.
En ese sentido, el ciego es más libre, porque no puede mirar el mundo que nos rodea, pero sí puede ver alegrías rotas por carcajadas o llantos acompañados de suspiros.
Y eso lo hace sin mirar.
Y la música investigó. Profundizó.
Años mas tarde, cuando se levanto una mañana fría y soleada, típica de los caramelos dulces y breves que nos regala Enero en el hemisferio norte, apagó el despertador de un manotazo.
En esos momentos prefería que la música no profundizara, ni le acompañara.
Se tomó un café sólo, aunque lo odiaba. Amargura. Y más amargura que llegaba desde el altavoz incorporado de su teléfono, aunque para funcionar necesitase llevar conectados los auriculares.
Ya no escuchaba música. Aquello le producía dolor de cabeza.
Prefería privarse de unos momentos de relax antes que vivir refugiado en ellos por el resto del día.
¡Y encima le tocaba guardia!
Parecía que todo estaba en su contra. Miró el reloj de la cocina y el resto del día vivió atrapado en los cinco minutos de retraso que marcaba.
Llegó a casa. Y pudo descansar.
Otro día más en el que el mundo parecía gritarle que despertara, pero a él, pobre, le parecía un canto fantasmagórico que prefería no escuchar.
¿Amargura? No, el café amargo de siempre no era sinónimo de amargura.

New York y otras cosas.

28 de febrero de 2009

Cuando crees que nadie te escucha, encerrado en la intimidad del mundo, sin escuchar los suaves tintineos que sobrepasan los espejos no pulidos, subes al ático con techo de cristal, de la mítica ciudad, del sitio donde los sueños son efímeros empaquetamientos hechos de cristales de azúcar.
Y ante ti, se rinde, poderosa, con millones de luces a tus pies. Y sobre ti, de una manera sobrenatural,otras tantas luces.La ciudad se comporta casi como una jungla cuando rompe el día, y frente a ti, en algún lugar de tu visión retrospectiva, encuentras a la Gran Libertad amenazándote con descargar una tormenta de fuego que sólo dejaría de ti las cenizas.
Se ríe de ti por ser un simple humano.
Y tu te ríes porque ella es una simple estatua.
Y tu risa queda atrapada en algun alíseo impertinente que pretende eliminar del mundo la alegría.
Lo consigue poco a poco.
Años después, cuando ni tú ni nadie subirá las escaleras en caracol que llevaban al ático de tu casa, cuando la Naturaleza acabe por demostar que es la mayor fuerza que existe, y que todo el poder del mundo recae sobre su espalda y sobre su cetro imperial; cuando cansada de repetirnos que con ella no se jugaba, que acabaríamos pagando las consecuencias tarde o temprano, la Estatua termina por ceder al viento alíseo que te robó la sonrisa, para arrebatársela ahora a ella.
Un mero servidor de la Naturaleza.
Y la estatua, la Gran Libertad, es absorbida por la Natura y gana la batalla el contendiente predestinado.
Nadie.
Nadie quedará para llorar la derrota de una Libertad que muchas veces quedó olvidada por sus creadores.

Entre o galego, Rubik e Marte.

Hoxe é un deses días nos que pensas que es un inútil por non facer que signifique algo, un belisco de algunha cousa apartado no tempo, na vida social dos demais.
É mais, pensas que es un rematado inútil.
Esa inutilidade ven acentuada polos impulsos tolos que percorren o teu corpo cando despois de dar unha última viraxe es quen de finalizar o maldito cubo de Rubik.
Sera fillo de puta ese Rubik!
Logo, cando o rematas, diste a ti mesmo, volvámolo intentar!Tirando pola borda todos aqueles odios a ti mesmo porque duas malditas esquinas de merda non queren colocarse no sitio adecuado, máis si se senten traballadoras cando de minarche o humor se trata.
Tolerías esnaquizadas como os memos cubiños que forman o señor cubo.
Merda todo. PVC a base. Plastiquiño coloreados na superficie. Un invento dos humáns, que coma moitos, quere facer tolear os humáns, unha especie de rompecabezas intelixente, que loita co seu creador.
Ás veces penso se non seremos nos menos intelixentes, a pesares de andar inventando cada vez mellores tecnoloxismos para facer a nosa vida máis cómoda, e a poder ser, mais fructificante.
Onte lía nunha revista, o Semanal XL, que atoparan rochas calcáreas en Marte, algo que intensificou as gañas dos científicos que loitaban pola máis pequena mostra do líquido esencial en Marte, xa que o parecer, o proceso desas rochas tivo que producirse en presencia da magnífica auga.
E agora ven peor.
Deixemos de loitar por este planeta, total, se atopan auga en Marte, colonizarémolo.
Imbéciles.
E que non se dan conta do que fan? Ás veces dubídoo, dende a máis mínima vista dun ignorante rapaz galego, que aínda non acadou a maioría de idade.
Realmente, non sei a que ven todo isto, tampouco sei porque hoxe estou así, cando onte estaba exultante (os meus netos poderán vivir en Marte), agora, mentres o maldito cubo de Rubik me mira dende a impresora bótome a escribir en galego cunhas gañas que me saen do quebranto pausado sempre latente que está a padecer a miña lingua.
Quizais nunca quixen odiala de verdade. A fin de contas é parte da miña identidade, pero odiaba ocupar tres horas máis do meu horario con esto.
Paréceme que unha llingua é un instrumento para comunicarnos, entendernos e comprendernos, non para ser chapada nin recitada.
Quen o queira facer que o faga, pero a min me resulta vomitivo.
Posiblemente non volva escribir en galego, así que gardo cunha pizquiña de cariño algo máis normal do normal esta pequena entradiña que seguramente, en medio hora, olvidarei ata eu mesmo.
Cousas da idade.

(23 de febreiro de 2009)

Que errado estaba! Volvín a escribir en galego, con moitas máis gañas, con moito máis fervor, e sentindo que de veras formaba parte do que eu era.
En canto a Rubik, xa non ten misterios pra min.

Porque a veces quiero soñar...

Hoy os contaré la historia del hombre que quiso volver a ser niño.
Casi se adormecía al lado de un tomo grueso, cuyo lomo tenía grabado una salamandra en blanco y un fondo violeta grisáceo.
Pasaba las páginas con cariño, casi con afecto, por todas aquellas subordinaciones y coordinaciones que le sorprendían, le hacían pensar, recordar la mayor parte de las veces, pero sobre todo, disfrutar.
Y mientras adormecía, quería soñar con que todo lo que había vivido siendo un niño de once años lo puediera repetir ahora, mucho mayor.
Decía, a veces, que eso no podía ser.
Pero siempre que tenía un rato, seleccionaba una de aquellas siete llaves que le hacían volver al pasado.
Quería ser parte de la historia otra vez.
Quería soñar que pisaba aquellas finas escaleras de mármol que presidían el cavernoso e iluminado vestíbulo, pasear con una bufanda por los pasillos del sótano, llevar bajo sus brazos muchos de aquellos mágicos libros, aprender a transformar una rata en una taza, como utilizar el bezoar para preparar pociones o antídotos; quería ver aquel majestuoso salón donde cientos de personas se alimentaban, decorado con maravillosas guirnaldas en Navidad, o con cientos de calabazas gigantes en Halloween; quería ver el cielo estrellado desde el calor de las chimeneas, compartir un cuarto con camas con dosel, y de vez en cuando, para romper la rutina, jugarse el tipo llevando una cría de dragón a cuestas, buscando el Elixir de la Vida, o enfrentándose al mago más tenebroso de todos los tiempos para salvar su propia vida.
Quería ser elegido por el Sombrero Parlante, dar muestras de su valía montado en una escoba, echar de menos a unos padres que no recordaba, caminar por el pequeño pueblo cercano bebiendo cerveza de mantequilla, o charlar con los amigos jugando al ajedrez.
Quería saber que se sentía al ser elegido campeón para representar a su colegio, o tener la alegría de ayudar a conseguir un trofeo al final del año.
Tenía ganas de percibir la magia que flotaba por doquier, de ganarse a una amiga pra siempre salvándola de un trol, o de bailar con una chica bellísima en el Baile de Navidad.
Pero esto nunca pasaba.
Por más que intentara querer soñarlo nuca lo soñaba.
Nunca.
A veces decía que así era mejor.
No le apetecía volver a las andadas.
Pero a veces sentía que su Peter Pan había vuelto para hacerle vivir las aventuras que un día soñó vivir, y que nunca pudo cumplir.
Mas una cosa, que lo alegraba, en el fondo, pudo hacer.
Que fue, gracias a una escritora de soberbio talento, sentir.
Y así despertó de vez, deseando poner por escrito estas palabras en un moderno "papel", por supuesto, con la estantería con los restantes seis ejemplares a su izquierda, y su aventura actual cerrada, por el momento a su derecha.
Por una vez, sintiendo que el Cáliz, lo elegía sólo a él.

(7 de diciembre de 2008)

2 años después me reconozco ampliamente en este texto, que demuestra que ya entonces me gustaba esto de enredar palabras para crear algo más.
He aprendido, que en los sueños se alza el pilar más grande de nuestro futuro, y sobre ese pilar, tejemos nuestra vida, intentando alcanzar metas.
Sin embargo, no es una persecución. No es necesario alcanzarlas rápido, ni en un tiempo récord.
Todo eso está sobrevalorado, en un mundo en el que si no respiramos rápido es porque no hay más aire que aquel que nos deja la contaminación universal.
Después de 750 días, he sufrido, y llorado. He disfrutado, he reído y he vivido. He conocido a gente inolvidable y me he olvidado de gente que fue.
Pese a todo, nunca he dejado de soñar. Y mis pies siguen cuasi limpios, pues pocas veces, las necesarias, tocan el suelo de este inhóspito mundo al que conocemos como Planeta Tierra.

sábado, 5 de febrero de 2011

Sueños

De sueños nació el mundo que hoy vemos. De un sueño se creó la primera vez de muchas vidas que alejadas y desorientadas decidieron encaminarse en el sueño. Sueños que nos protegen y nos imbuyen de la fuerza necesaria que precisamos para enfrentarnos a la Realidad. Sueños, que pese a llevar en su escrita significados tan claros como imposible, irrisorio, supérfluo o iluso, desafían toda lógica lingüística y a veces se hacen reales invitándonos a seguir soñando. Sueños que viven de nuestras vidas, y soñadores que vivimos de nuestros sueños.
Es importante recordar que los sueños nos hacen grandes, y que los sueños, no siempre sueños son.