martes, 25 de octubre de 2016

Notación científica.

Deja que te eleve a la enésima potencia en la calculadora cuyas teclas son tu piel. Quiero hacer de la última fracción de tus labios la infinitesimal parte de mi mañana, dejar parte de lo que soy por siempre en los milímetros ambiguos que separan tus pestañas. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Rima LV. Inexacto



Es difícil precisar,
cuántos gramos de amor
hay en un "te quiero".
Es complicado aproximar,
con diez dedos nada más,
los relieves de tu cuerpo.

Decir que una décima
vuelve exacto el poro
inervado por el tacto
de un par de labios,
es condenar la poesía
a un final infausto.

Medir tus latidos
que por capricho
sacuden dentro de mí
el pulso más largo,
es algo impensable e irresistible,
y no me aguanto.

No soy capaz de esperar,
no puedo ver más minutos pasar,
porque desde que tú eres tú
y yo ya no soy yo,
los cálculos nunca fueron
tan inexactos.

lunes, 29 de agosto de 2016

Parece que.


Parece que ya nadie
quiere hablar de amor.
Parece que sentir está prohibido,
que la moda es, ahora, 
desdefinir lo definido.

Parece que ya nadie
quiere hablar de querer,
porque querer es limitar,
poner barreras,
tener que ceder.


miércoles, 9 de marzo de 2016

Rima LIII: ICC

Comenzaste,
cómo todo lo bonito, 
poco a poco.
Te ganaste
mi latir, mi sonreír,
y fue tan tierna tu caricia,
tan suave, tan mullida, 
tan dulce y comedida,
que supiste con poco,
dónde estaba mi nodo,
cómo volverme loco.

 Y comencé a disparar
taquicardias de emociones,
cargadas de poemas y canciones,
de prisas, de ilusiones.

Comencé a desajustar aurículas y ventrículos,
válvulas y torrentes.
Y el cerebro se puso a perseguir al corazón, 
líder de una banda de locos delincuentes.

Comencé a jugar a lo prohibido,
y la cuarta, quinta o décima vez
que empujaste mi latido,
ya no sabía si lo extraño era norma,
si era parco, comedido o excesivo,
si debía volver a aprender lo sabido,
si tan siquiera todo aquello tenía sentido.

Fue tal la fuerza que emplearon mis ventrículos,
que poco a poco, sin darme cuenta,
sutil, como una manzana envenenada de piel roja cubierta,
apareció la isquemia.
Mi corazón, desgobernado,
pedía más, y más, y más,
y tú, corazón, no es que dieses menos,
es que te daba igual.

Con la isquemia, hipertensión,
Y sin doler, dolías, corazón.
Comencé a sentir que te quería.

Y sin darme cuenta,
quererte me salía caro.
Lo que comenzó siendo un regalo
se convirtió en un problema de alto gasto cardíaco.

Y aún entonces seguía yo sin saber
que por más que quisiera,
nunca sería capaz de olvidar,
porque fuiste mi primera y única
insuficiencia cardíaca crónica particular.