sábado, 20 de febrero de 2010

La marea

El rugido del mar suena, allá a lo lejos, tentador, y te dice entre susurros atronadores: "Ven"
Los granos de arena se pegan a tus pies, fríos, ambos, sensación extraña. ¿Principio de placer?
El agua moja tu pie, lo limpia, lo enfría. ¿Más?
La marea, la eterna fuerza incansable, el ir y el venir. Los recuerdos, te los deja ahí, tirados, sin dueño, olvidados, enterrados entre la arena.
Un poema tachado, unos borrones de más, una pluma seca, un bote de tinta en blanco.
La marea, el compás, el tiempo, el agua con sabor a sal, sigue intacta, o casi.
Inspiras el olor a mar.
La marea, aquélla vieja conocida. La marea, esa que tantas veces te bañó. La marea, ella, sigue viva, y vivirá después de tu muerte.
La marea, joven siempre, la marea.
Siempre ahí.
La marea, húmeda, helada.
La marea.
Y tú.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Amarillo

¿Cómo decirle que la quería?
¿Acaso le importaba lo que Miguel pensase?

Ella seguía allí. Impertérrita. Una explicación más. Una mañana más. Sus rasgos volvían a hacer que la clase pareciera flotar, y la voz de la profesora fuese más mística y etérea que nunca, y sus conceptos... ¿ A quién le importaban esos conceptos, completos sinsentidos?

No, no. Céntrate. Estas en clase. Miguel ya empieza a sospechar, y si das indicios, normal que lo haga, es tu amigo de toda la vida, joder, que no es tonto, que te conoce.

Hoy su pelo parece de oro. Me cago en la puta, ¡qué ñoño me estoy volviendo! Pero es que, no sé...
Su cara lo dice todo, es un enigma, un crucigrama por completar, una página de prensa sin noticias, una redacción impresa sin caracteres, el todo sin el nada, nada. Páginas de prensa amarillas, quemadas, usadas por los rayos del sol. Doradas.
Como su pelo.