viernes, 1 de octubre de 2010

La primera versión

Y de repente me encontré solo, descubriendo rincones geográficos que nunca pense contener en mi adentro. Paseando por caminos que nunca entonces había conocido, deteniéndome a pensar si el norte me llevaría de vuelta a casa, si las gentes que paseaban se darían cuenta (curiosidad idiota de la que no ya sabe la respuesta) de que una persona nueva estaba allí; mirando las nubes con curiosidad, olvidando las viejas reglas que ahora ya no servían, envolviéndome en una capa de papel de aluminio que mantenía, al menos eso sí, mi temperatura, mi carácter, mis ganas de vivir la vida y ser parte del proyecto.
Entre murallas de historia e historias que contar, entre blancos sueños de principiantes y experiencias requemadas de los más eruditos; entre los días que pasaban y las noches que quedaban por llegar; entre la sombra de los árboles del huerto y la luz del sol más frío.
Allí estaba yo.
Fue el primer momento, el recueentro con algo que ansiaba desde el mismo momento de nacer. Fue la primera versión, ésa de la canción. La primera idea de todo lo que se proyectaba tan rápidamente que ni las fugaces le hacían competencia. El inicio de algo que se extendía ante mí neblinoso, oscuro y sin final, pero sin negatividad, eso sí.
Nada era malo, por ahora. Y aunque la incertidumbre estaba ahí para acojonar, las cosas saldrían bien.