jueves, 29 de agosto de 2013

Rima XLVI. Cruce de almas.

Magnífico hastío
el que me llevó a cruzar,
sin mirar, sin pensar,
el baldosín último,
interminable,
finito,
al inicio de aquel amarillo estío.

Se detuvo el tiempo,
se pararon los engranajes.
La física se hizo poesía,
libre, sin medida,
salvaje, etérea.

Los pasos no pasaban,
no se movían las imágenes.
Todo se paró.

De repente,
angulados,
enfrentados,
deseándonos sin saberlo,
tú y yo.
Y el resto.
Nada había entre nosotros
que no fuéramos "nosotros".

Sin querer,
empujados,
pensado el momento,
nuestras pupilas se encontraron.

Rayo azul 
en mi oscura hondonada.
Vuelco a la vez,
tu sonrisa y mi pecho.
Mirada de hielo desecho,
piel blanca, nacarada.

En dos milésimas de segundo,
cruzamos dedos sin tocarnos.
Nos besamos sin rozarnos.

Fueron furiosos segundos,
largas horas calmadas,
ocasos, mañanas,
noches, almas.

Un cruce de almas.


No hay comentarios: