jueves, 26 de noviembre de 2009

Pies fríos. Magia. Tarea fracasada. Alusiones. Otra estrella.

Sé que cuando se enfrían mis pies, como ahora, me pongo a pensar sin pensar. Quiero decir que pienso en todo lo que no debería pensar. Y recuerdo tardes para recordar. Y recuerdo que ya es demasiado tarde para recordar.
Y recuerdo el presente. Sí, recuerdo el presente. Es pronto para todo, y tarde para cambiar. Como las tardes para recordar.
Y no sé si es bueno. Malo no creo que sea, pues sigo vivo. Aunque no sé si algo que pudiese hacerme evadir de este mundo fuese del todo "malo". Será cuestión de puntos de vista.
Por si acaso intenta matarme, prefiero evadirme pensando en esas tardes.
Y una de esas tardes, casi mágica, y cuanto más mágica, más apartada en mi mente actual, hace que se enfríen mis pies más de la cuenta; cuando me pongo a pensar sin pensar en esa sonrisa, que casi consigue hacerme evadir.

Me duele verte así, día tras día. No me gusta. Me hace sentir inútil. Porque prometí conseguir hacerte sonreír todos los días. Y es una tarea en la que estoy fracasando continuamente.
A ti, que lees sin dejar huella. Supongo que te darás por aludida.
¿Sabes qué? Hay otra estrella más. :)

martes, 24 de noviembre de 2009

Doce horas para "vivir"

Hay momentos en los que sientes que no das más. Que aunque quieres, no puedes. Momentos en los que te encuentras al límite. Con más emociones de las que querrías contener, agolpadas, haciendo presión. Con menos ganas de las que querrías tener, vagando, a tu alrededor, se esconden, como preciosos tesoros de capitanes imaginarios a bordo de veleros construídos de ensoñaciones. Cuando esos momentos son puntuales, cuando después siempre sale el Sol, simplemente pasa, y crees que lo has vivido todo. Y crees que eres maduro, que la vida es dura, y que pese a que lo que digan papá, mamá o cualquier otro adulto soso y aburrido, crees que ya has vivido mucho. Esos momentos se pueden contar con los dedos de las manos. Y todo va bien.
Pero llega un momento en el que no encuentras motivos para sonreír, momentos en los que el Sol se queda jugando al escondite con las nubes, momentos en los que no sabes si reír por no llorar o llorar para ver si después te quedará algo para reír, momentos en los que la oscuridad se siente, momentos en los que nada te consuela, ni siquiera escribir y desahogarte. Momentos en los que sientes que formas parte de una cadena demasiado larga, que eres demasiado uniforme, que eres uno más. Momentos en los que la ciudad te puede oprimir, y el campo cansar. Momentos en los que no encuentras puntos intermedios, momentos en los que el negro y el blanco dejan una capa gris bastante latente, aunque no sirva para guardarse del frío del invierno. Y ya estoy harto. Harto de que esos momentos se hayan convertido en una línea interrumpida. Harto de instituto casa clase casa. Harto de no encontrar tiempo casi ni para dormir. Por que no trabajamos todo el día, pero necesitamos comer también, necesitamos cagar, joder. Necesitamos más tiempo. Es horrible ver como nadie o casi nadie es capaz de tener algo por lo que levantarse cada mañana o simplemente recordar como suena eso de disfrutar.
Hago un llamamiento al Mundo. Si hay alguien lo suficientemente poderoso para hacer algo, que se ponga en contacto. Ésta es mi propuesta:
¿Por que no hay días de 36 horas? Necesito doce horas más, ya no para alejarme de toda esa mierda, si no más bien para "vivir".

viernes, 20 de noviembre de 2009

Si no respiro es por no ahogarme.

-¿Qué dices? ¿Estás loco?
-Intenta no respirar.
-¿Qué sentido tiene? En serio, ¿qué te pasa?
-Intenta no respirar.
-Yo pondré el aire. El tuyo y el mío. Pero respira. Intenta respirar. Yo no dejaré de respirar.
-No te pido que lo hagas. Intenta no respirar.
-¿Qué?
-Al respirar, yo pondré tu aire y mi aire. Nuestro aire. Propongo ser quién ponga El Aire. Intenta no respirar.
-Sabes que te quiero, pero no sé si esto...
-Tranquila. Si no respiro, es por no ahogarme.
-¡¿Pero qué dices?!
-Intenta no respirar. Hazme caso.
-Esto no tiene ningún sentido.
-Al respirar el mundo se pondrá de nuestra parte, pero intenta no respirar.
-Ay...
-¡YA!

Y ambos se fundieron en un beso. Y al final...
-Quizá será mejor marcharse. Intenta no respirar.

Y allí quedó ella, confusa. Menos, sin duda, de lo confuso que quedaba él.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Ríen las nubes?

-Fíjate. Mira como cae la lluvia, cariño.

-¿Por qué llueve, papi?

-¿Por qué llueve? Porque no sería justo que el cielo se quedase con todo el agua, ¿no?

-Aaah... Pues entonces los pájaritos que vimos hoy por la mañana se mojarán... ¡Papá, tenemos que cogerlos y traerlos para aquí, para que estén calentitos!

-Tranquila, su mamá los protegerá con sus alas y dormirán a gustito en su nido. Además la nube se está alejando, seguro que pronto deja de llover.

-Ah, claro. Pero papi, ¿por qué la nube siempre llora?¿ Por qué nunca hay nubes contentas?

-Por que nunca les enseñaron a reír. Tienen muy mala suerte.

-Mañana, cuando vayamos al parque, yo les enseñaré a reír, ¿vale?

-Vale. Me parece muy bien. Yo te ayudo.

-¿De verdad? ¿Podemos hacer que las nubes se rían?

-Claro. Buscaremos un charco, y esperaremos hasta ver nuestras caras con las nubes reflejadas. Y entonces, nos reiremos los dos, para que las nubes, desde el cielo, sepan cómo se ríe, y sólo lloren cuando las plantas les pidan el agua.

-¿Así aprenderán a reirse?¿Seguro?

-Verás como sí. Buenas noches, cariño.

-Eh... papá, espera, ¿cómo sabremos si mamá está en esa nube?

-Por que nos está escuchando. Siempre nos escucha. Y mañana, justo cuando estemos nosotros en el parque, ella vendrá a vernos, para recordar como se sonríe. Y ahora, a dormir ya. Es tarde.

-Vale papá. Hasta mañana.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Y septiembre terminó.

Era una niña asustadiza. Pero valiente.
Su figura era menuda. Su fuerza enorme.
Sus ojos tiernos eran pozos de coraje.
Su pelo, muerto, revivía con una de sus sonrisas.
No era perfecta. No llamaba la atención.
Pero allí estaba ella.
Y con ella, yo. Prometiéndole protegerla siempre.


[Wake me up when September ends]

lunes, 2 de noviembre de 2009

La estantería.

Libros apilados cuyas hojas apenas vieron la luz. Un marco improvisado que protegía a una foto que marcaba el tiempo pasado dos veces. Magia. Unos cuantos botes, algún que otro pincel sin utilizar, posiblemente, esperando a rozar pronto alguna paleta llena de óleos.
Más libros. Más magia: esta vez una cajita que atesoraba pequeños recuerdos, ornamentada de una forma tosca. Una felicitación que hizo llorar. Botes de colonia. Más libros: las 7 llaves del misterio junto a los 3 libros que hicieron pensar en la otra magia. A la vista. Dando el cante. Un revoltijo de papeles, CD's, una grapadora sin grapas, cascos, música y un cajón entreabierto que precede a otros tres cerrados.
La estantería.
La vista de lejos es enigmática. Y esta llena de pequeños detalles. Detalles que podrían pervivir. O quizá no. Una estantería unica.
Sin embargo, pese a estar llena de cosas, la estantería estaba cubierta por una finísima capa de polvo, que dejaba entrever el desuso. Se trataba de algo extraño. Una movilidad estática. Una guerra de opuestos.
Pensé para mis adentros que nadie querría tener una estantería cómo aquélla, y me pregunte seriamente quién sería el que había creado todo aquello sin pensarlo.


"Me miras, sonríes y no sé si acercarme"