lunes, 8 de octubre de 2018

Rima LVI.

Capricho del compás medido,
aleteando siempre a ritmo,
corazones sin rumbo,
vagabundos en el mundo
de amores de un segundo,
de juicios sin valor,
de sexo de ocasión,
de obras de ficción
que acaban sin telón.

Capricho del tiempo exacto
que se ahoga en los atascos
y suspira en vuelo raso
un canto a la mudez,
detrás la sensatez,
encuentro al desconcierto,
desnudos y esperpento,
humanas manos móviles
que tocan la ovación.

martes, 25 de octubre de 2016

Notación científica.

Deja que te eleve a la enésima potencia en la calculadora cuyas teclas son tu piel. Quiero hacer de la última fracción de tus labios la infinitesimal parte de mi mañana, dejar parte de lo que soy por siempre en los milímetros ambiguos que separan tus pestañas. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Rima LV. Inexacto



Es difícil precisar,
cuántos gramos de amor
hay en un "te quiero".
Es complicado aproximar,
con diez dedos nada más,
los relieves de tu cuerpo.

Decir que una décima
vuelve exacto el poro
inervado por el tacto
de un par de labios,
es condenar la poesía
a un final infausto.

Medir tus latidos
que por capricho
sacuden dentro de mí
el pulso más largo,
es algo impensable e irresistible,
y no me aguanto.

No soy capaz de esperar,
no puedo ver más minutos pasar,
porque desde que tú eres tú
y yo ya no soy yo,
los cálculos nunca fueron
tan inexactos.

lunes, 29 de agosto de 2016

Parece que.


Parece que ya nadie
quiere hablar de amor.
Parece que sentir está prohibido,
que la moda es, ahora, 
desdefinir lo definido.

Parece que ya nadie
quiere hablar de querer,
porque querer es limitar,
poner barreras,
tener que ceder.


miércoles, 9 de marzo de 2016

Rima LIII: ICC

Comenzaste,
cómo todo lo bonito, 
poco a poco.
Te ganaste
mi latir, mi sonreír,
y fue tan tierna tu caricia,
tan suave, tan mullida, 
tan dulce y comedida,
que supiste con poco,
dónde estaba mi nodo,
cómo volverme loco.

 Y comencé a disparar
taquicardias de emociones,
cargadas de poemas y canciones,
de prisas, de ilusiones.

Comencé a desajustar aurículas y ventrículos,
válvulas y torrentes.
Y el cerebro se puso a perseguir al corazón, 
líder de una banda de locos delincuentes.

Comencé a jugar a lo prohibido,
y la cuarta, quinta o décima vez
que empujaste mi latido,
ya no sabía si lo extraño era norma,
si era parco, comedido o excesivo,
si debía volver a aprender lo sabido,
si tan siquiera todo aquello tenía sentido.

Fue tal la fuerza que emplearon mis ventrículos,
que poco a poco, sin darme cuenta,
sutil, como una manzana envenenada de piel roja cubierta,
apareció la isquemia.
Mi corazón, desgobernado,
pedía más, y más, y más,
y tú, corazón, no es que dieses menos,
es que te daba igual.

Con la isquemia, hipertensión,
Y sin doler, dolías, corazón.
Comencé a sentir que te quería.

Y sin darme cuenta,
quererte me salía caro.
Lo que comenzó siendo un regalo
se convirtió en un problema de alto gasto cardíaco.

Y aún entonces seguía yo sin saber
que por más que quisiera,
nunca sería capaz de olvidar,
porque fuiste mi primera y única
insuficiencia cardíaca crónica particular.

domingo, 18 de octubre de 2015

Lo confieso, soy culpable.

Lo confieso, soy culpable. He vuelto a caer. Pero, ¿para qué negarlo? Nunca después de un parón tan grande, nunca con tantas ganas, nunca tras haber pensado erróneamente durante tanto tiempo que te había olvidado.

Lo confieso, soy culpable, por despertarme de madrugada, mis horas débiles, y dejarme llevar por cualquier gilipollez que se publica en cualquier red social.

Lo confieso, soy culpable, por haber vuelto a sentir dolor y alegría, tristeza, ganas de retroceder, de volver atrás, de cargarme al mundo con tal de crear una brecha espacio temporal que me devolviese al año 2012, para enmendar tantos y tantos errores.

Lo confieso, soy culpable, por escuchar más de la cuenta estas últimas semanas "Silhouette" de Owl City, esa canción que para mí siempre serás tú.

Lo confieso, soy culpable, por pensar que alguna vez pudieras quererme como yo te quería a ti. Con los años, aprendí que hay imposibles tan reales y tan cercanos, que aunque asuste pensar en ellos, van con nosotros día a día, haciéndonos la vida más real, más mundana, más terrenal.

Lo confieso, soy culpable. Culpable por volverme loco, por apartar la lógica, la ciencia, la razón, del binomio que forman en mí la poesía y la medicina, equilibrándome en cierta forma.

Lo confieso, soy culpable. Culpable por haber considerado que existen los cuentos con final feliz, que los sueños se pueden cumplir, que hay en el guión de nuestra vida algún capítulo de "Glee" esperando a ser ejecutado como protagonista.

Lo confieso, me declaro total y absolutamente culpable de haberte amado como no amé ni amaré nunca a nadie.

Has sido, eres y serás, siempre, mi insuficiencia cardíaca crónica particular, mi punto débil, mi peor fracaso, el único capaz de hacerme vibrar sin tocarme.

viernes, 9 de enero de 2015

Sabes que te has equivocado cuando...


Sabes que te has equivocado cuando desmenuzas tu alma a cambio de silencio.
Sabes que te has equivocado cuando te ilusionas para caer desde un alto, más alto que el anterior. Sabes que te has equivocado cuando le dices "Es mejor dejarlo así" y tu corazón le está haciendo ver que la necesidad que tiene de ser reparado. Y solo una persona puede repararlo.
Sabes que te has equivocado cuando no obtienes más que palmadas en la espalda, un adiós a dos marchas, tu punto y coma en su punto final.
Sabes que te has equivocado cuando te toca reconstruir otra vez, solo, y encima, casi poniendo la otra mejilla. Porque ser malo, no te sale. Porque te quema más intentar ser lo que no eres, que sufrir y callar.
Sabes que te has equivocado cuando todo vuelve a ser como siempre, corazón a contracorriente.
Y es que, hasta la contracorriente más fuerte se cansa de existir.