jueves, 15 de julio de 2010

Sirenas con las piernas de neón

Se paró, delante del mar, como cada tarde, para recordar cómo había salido vivo de todo aquello, con un recuerdo bello y terrorífico de lo que había sucedido.
Esperaba encontrar detras de la misma roca que cerraba la playa una de aquellas mujeres, bellas como la luna llena, con voces tan puras y delicadas como el hielo que se deshace, con sus pelos mojados, sensuales, acariciándoles la espalda, con sus senos turgentes, redondos, inmaculados, perfectos, pecado de la mirada y el deseo, sus curvas perfectas, y sus largas colas, ocultas bajo la sábana negra líquida, duras, regias, escamosas.
Todavía no sabía qué había pasado exactamente. El recuerdo era sólo un recuerdo. Y un sentimiento contradictorio, lo empujaba y lo alejaba del deseo y la muerte, de la luz y la oscuridad, del placer y el mas terrible de los horrores.

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