domingo, 18 de julio de 2010

Loop-doop.

Confusión.
Del caos que genera la confusión sólo surge más confusíón. Y si el nombre del caos es el malditamente equivocado, la confusión puede llegar a más.
Te alegras, pero tienes ganas de llorar. No sabes por qué. Piensas que necesitas, y sin embargo sabes que no es así, que no es cierto. Que todo es parte de la confusión. Nada tiene sentido, y por eso no puedes pensar en nada, ni siguiendo algún tipo de criterio, todos son igual de confusos que tu, tus circunstancias y el mundo que te rodea.
Piensas que, quizá eso era lo que querías. Aunque no sea el momento perfecto, aunque no tengas tiempo para ponerte con eso y ciertamente el tiempo apremie más que nunca.
Sientes que el estado caótico en el que te encuentras tiene muchas salidas, muchos remedios.
Explotar posiblemente fuera el mejor, pero las consecuencias podrían ser devastadoras.
Asique toca pensar algo que no sea tan... dramático.
Cambios.
A lo mejor, con suerte, algunos serán para mejor.
Reciprocidad entre lo que sientes, lo que creas, lo que haces, como actúas y tu mente. Tu caos sólo son sentimientos y los sentimientos actúan por si solos.
Las contradicciones no te llegán de ti para ti, llegan del mundo.
Olvidar todo, decir que ya está. No serviría de nada. Eso sí que es cierto.
Saber que nunca volverás a pasar por lo mismo es toda una garantía de que al menos algo irá bien... pero, exactamente ¿qué?

El caos es horrible. Y perfecto. Perfectamente perfecto en el orden desordenado del mundo que ordena la cabeza que intenta ordenar tus sentimientos y emociones.

24 horas al día. A 1020 loop-doop por hora.

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