miércoles, 21 de octubre de 2009

Se fue.

El pasillo dejó de tener gracia. Ya no se reía. Los muebles de la cocina se oscurecían de forma inversa proporcional a la cera de la vela. El viento se colaba por las rendijas del apartamento de mala muerte. Ya no era un hogar. Al menos durante aquella noche.

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