Tesoro escondido
al final de tu triángulo
lleno de tortuosos caminos
que invitan a seguir jugando
contigo.
Labio a labio,
desciendo despacio,
buscando estrellas,
sol,
luna.
Perfectos decorados
sobre tu piel aceituna.
Tesoro escondido
al final de tu triángulo,
que conozco,
bocado a bocado
entre esquemas destrozados
y quejidos maltrechos
que nacen en mi pecho.
Labio a labio,
nos mordemos la vida,
nos queremos a mordiscos,
nos sentimos,
poquito a poquito.
Tesoro escondido
al final de tu triángulo,
invitando a beber
la más pura esencia de la creación,
amor.
El más puro amor.
Labio a labio,
nos comemos las ganas,
nos arañamos con saña,
nos dolemos dentro,
nos sentimos despacio.
Labio a labio
nos cedemos el espacio
eterno, mundano,
sudando,
cuerpo a cuerpo,
escudados en nada,
con miedo, pánico, terror,
con pavor,
con risas calladas,
con sonrisas que acompañan
nerviosas
al nervio de las miradas.
Labio a labio,
nos mordemos,
haciéndonos daño,
sintiéndonos,
derrumbándonos,
en una lucha idiota,
brazo a brazo,
protegiéndonos en escorzos imposibles,
en posturas que olvidan la física,
en química pura y dura.
Descubro,
labio a labio,
el final de tu triángulo,
y con un quejido,
un gemido,
se nos acaba la vida.
Y empieza la siguiente,
labio a labio.