y volví.
Juré ante santos,
que nunca jamás.
Y el jamás,
se perdió,
para jamás
volver a ser,
una palabra
que significase algo.
Aprendí,
y decidí,
dejarlo a un lado.
Apartarlo de mí.
Y volví.
¡Volví!
Tonto de mí.
Se volvió a apoderar
de mi cuerpo,
de mi ser,
para llenarme de nuevo.
Ya está aquí,
ya llegó.
Y nombrarlo,
me da terror.
Y si
fuera otra
la otra,
la cosa no sería tan mala.
Pero es ella,
la misma, la de siempre,
la que siempre me llama.
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