sábado, 22 de noviembre de 2014

Éponine.

Y en el cansancio,
mi tango, 
de pisada exigua,
de corte fino,
de espalda recta
de hombro ancho,
se escapa, 
versando,
entre pasado, presente y futuro,
dejando
mis manos,
mis besos,
sin luz, 
sin blanco;
latiendo,
sudando.

Y en las calles, 
mojadas,
sucias, 
trazadas por la historia,
olvidados sus enigmas,
resbalan,
bajo mis pies,
los recuerdos
de un guión
exhausto
de latir por él
y por mí,
sin llegar nunca 
a alcanzar la trama correcta,
de un espectáculo,
su mejor fin.

Y desde el pecho,
fugaz,
se escapa la verdad,
que dibuja entre dos almas
sinceridad.
Nada que decir,
y nada más que hablar.
Que tu corazón siga latiendo,
intranquilo,
que el mío por ti
ya ha muerto en paz.

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