lunes, 12 de noviembre de 2012

Rima XLI. El amor entre el mar y la arena.

Si me buscas, 
no mires en mapas 
ni planos (o planes). 
Mueve el océano si puedes, 
porque soy hijo del mar, 
con espíritu de tormenta, 
con alma de atardecer. No soy persona;
 soy poeta, 
a quién los versos 
hicieron enloquecer.


Si me buscas,

bucea en mi alma,
con calma.
Deja que te abrace
entre olas y sales;
solo te daré bienes,
lejos quedarán los males.
Recuerda que no soy persona,
ni hombre, ni sombra.
Me gusta por el mar
dejarme mecer.
Soy un simple poeta
a quién los versos
hicieron enloquecer.


Y si me encuentras,

ni sombras ni olas,
ni sales ni rocas.
Por fin serás, arena,
más que la que espera
sin desesperar,
la que recibe más besos que nadie
por parte del mar.


No serás ya,

la que es besada
de pasada.
La que es apartada,
borrada,
vapuleada por el mar.
Serás la reina de los versos,
del poeta que rima sin rimar;
dueño de besos muertos,
besos llenos de sal.


Y recuerda, mujer:

"No soy persona,
soy poeta,
a quién los versos
hicieron enloquecer".